La muerte del ex One Direction dejó al mundo en shock. Tenía solo 31 años, pero ya había pasado por la fama, las giras y toda una vida de excesos. Tenía dinero para vivir sin hacer nada, y sin embargo su salud mental era cada vez peor.

Muchas veces se plantea que el éxito es la clave de la felicidad, Pero puede ser un arma de doble filo. La muerte de Payne en Buenos Aires dejó al mundo en shock

El mundo de la música está conmocionado por lo sucedido en Buenos Aires con el ex One Direction Liam Payne, que con apenas 31 años murió al caer desde el tercer piso del hotel donde se alojaba, en el exclusivo barrio de Palermo.

Desde que saltó a la fama, cuando audicionó en el reality británico The X Factor y conformó la boy band (también integrada por Harry Styles, Louis Tomlinson, Niall Horan y Zayn Malik), la vida de Liam Payne estuvo marcada por los excesos de drogas y alcohol. Junto a la banda, firmó su primer contrato discográfico con Sony Music, grabó cinco exitosos discos, alcanzó la cima de las listas musicales más importantes y encabezó cuatro giras mundiales.

Pero a medida que la fama crecía, Liam desarrollaba trastornos de salud mental como la agorafobia, la ansiedad y el alcoholismo.

Tras la separación del conjunto musical y el nacimiento de su hijo Bear -que tuvo con la cantante británica Cheryl Tweedy- ingresó a rehabilitación para retomar el control de su vida. Liam atravesaba un oscuro periodo en su vida que contó con “momentos difíciles y tóxicos”, ya que enfrentaba dificultades para lidiar con la fama. “Fui muy afortunado por haber podido sostener mi carrera durante tanto tiempo, pero pasaron cosas de las que jamás hablé y que dejaron cicatrices en mí. Fue severo”, reflexionó en una entrevista.

El encierro, comienzo de las adicciones

El cantante reveló que su alcoholismo comenzó cuando el equipo a cargo de la banda los encerraba en habitaciones de hotel para “garantizar su seguridad” en medio de sus compromisos laborales, dada la magnitud que adquirió One Direction en el mundo.

“¿Y qué hay allí? ¡Minibar! Entonces yo solo pensaba: ‘Voy a beber yo solo’ y eso se mantuvo conmigo durante muchos años de mi vida”, expresó.

“Desde afuera parecía que podíamos hacer lo que quisiéramos, pero estábamos encerrados. Íbamos del auto al hotel, nos subíamos al escenario para cantar y luego volvíamos al encierro, y cuando eres un adolescente necesitas libertad. Bebí alcohol durante mucho tiempo, pero era la única manera de sacarme la frustración al final del día”, confesó el artista.

Cuando One Direction llegó a su fin en 2016, Liam aseguró que se sintió aliviado: “El día que la banda terminó pensé, ‘gracias a Dios’, y sé que mucha gente se enoja conmigo por decir eso, pero necesitaba detenerme o habría muerto”.

Tocar fondo

A principios del año pasado, Liam preocupó a sus fanáticos tras desaparecer de las redes sociales abruptamente. Al reaparecer en YouTube, el cantante confesó que había ingresado a un programa de 100 días en rehabilitación para tratar su alcoholismo, ya que no lograba mantener la sobriedad durante largos periodos sin ayuda profesional, y tras su salida del centro, alcanzó seis meses sin consumir bebidas alcohólicas.

“Necesitaba tomarme un poco de tiempo, porque ya no me reconocía a mí mismo. No tuve mi teléfono por 100 días y tampoco me conecté con el mundo exterior en absoluto. La parte más difícil fue encender mi celular otra vez. Eso me dio miedo, pero es bueno estar en esta posición, porque ya no necesito esas cosas. La fiesta se terminó”, reconoció.

Liam no solo padeció alcoholismo, sino también ansiedad y agorafobia, es decir, miedo intenso a estar en lugares abiertos o en situaciones de las que quizás sea difícil escapar o no haya ayuda disponible.

“Desgraciadamente creo que es algo que le sucede a todo el mundo en esta industria, y tienes que tratar de superarlo lo antes posible. La parte más difícil es cuando te estás preparando para salir, sabiendo que lo más probable es que alguien te saque una foto allí afuera”, explicó.

El exintegrante de One Direction compartió que hubo épocas en su vida en las que “casi nunca salía de su casa” y que existieron días en los que “ni siquiera podía pensar en salir a la calle”. “Solía tener unos ataques de ansiedad brutales. Me paralizaban, y me quedaba en el coche transpirando, y pensando que simplemente no quería estar allí”, recordó.

El año pasado, Payne debió cancelar un show en la Argentina a causa de un problema de salud. Esta tarde, falleció en un hotel de Palermo.

El impacto de la fama temprana en la salud mental

La fama a temprana edad, especialmente en un entorno artístico tan exigente como el de la música, puede ser devastadora para la salud mental.

Según la psicología, los jóvenes artistas suelen estar sometidos a una presión constante para rendir, tanto personal como profesionalmente, lo que genera una sensación de aislamiento, pérdida de control y estrés extremo. La falta de privacidad, las críticas incesantes y la dificultad para manejar las expectativas de los demás, sumadas a la falta de madurez emocional propia de la juventud, pueden llevar a trastornos de ansiedad, depresión y abuso de sustancias. En el caso de muchos artistas, como Liam Payne, el éxito viene acompañado de desafíos emocionales que, si no se tratan a tiempo, dejan cicatrices profundas y duraderas.

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