El cuerpo intenta regular la temperatura ante la extrema ola de calor y puedes sentirte cansado o deprimido. Cómo regular ese cansancio por la temperatura.

El calor y humedad extremos pueden causar malestar físico y hasta la muerte por deshidratación, pero además afecta al bienestar mental. Las temperaturas extremas incluso hacen que aumenten los delitos violentos y agresiones, las visitas a la sala de emergencias y las hospitalizaciones por trastornos mentales.

A esto se le llama “estrés térmico”.  El profesor Hugo Sánchez Castillo, de la Facultad de Psicología de la UNAM, asegura en un paper de la universidad que se trata de “un estado que se induce por un aumento de la temperatura ambiental, y está particularmente asociado con un estrés tanto psicológico como metabólico”.

“Puede estar acompañado o no por hipertermia, que se produce cuando los mecanismos que regulan la temperatura corporal fallan y la temperatura se eleva por encima de lo normal”, explica.

El estrés térmico afecta nuestro rendimiento y hay factores que suben el riesgo, como trabajar en sitios con muchos equipos de cómputo o muchas personas en un mismo espacio. Sánchez Castillo menciona una serie de variables – o microestresores – que pueden aumentar la probabilidad de sufrir estrés térmico, como el hacinamiento en el transporte público o el tráfico.

“Es una situación que va sumando. Si vengo desde mi casa con esta sensación de calor, entro al metro lleno, llego a mi trabajo y siento el ambiente caluroso, ya es una acumulación de eventos que, sumados a las altas temperaturas, sitúan al trabajador o a cualquier persona en una situación incómoda donde incluso puede sentir tristeza o presentar un bajo rendimiento laboral”.

Las consecuencias del estrés térmico pueden ser:

Afectaciones periféricas

Problemas de sueño

Sensación de vértigo, mareo

Accidente cerebrovascular (en casos muy severos)

Muerte (en casos muy severos)

Ansiedad

Tristeza

Bajo rendimiento laboral

Los más propensos son los que trabajan al aire libre, los adultos mayores y los niños pequeños. “Como los mecanismos y recursos para poder regular la temperatura van disminuyendo con la edad, es más probable que los adultos mayores sufran esto. Los niños menores de 10 años, por su parte, aún no tienen completamente desarrollada su termorregulación”.

las personas que padecen enfermedades cardiovasculares o respiratorias, obesidad, diabetes, enfermedades de la piel, enfermedades de las glándulas sudoríparas, insuficiencia renal, enfermedades gastrointestinales, epilepsia o enfermedades mentales, son más vulnerables al estrés térmico por calor.

Una de las formas de evitar que ocurra un episodio es hidratarse permanentemente, intentar estar a la sobra, usar calzado y ropa cómodos y claros, protegerse con sombreros y evitar a toda costa la actividad física entre las 11 y las 3 de la tarde.

Para peor, el experto agrega que el calor excesivo puede desencadenar una respuesta fisiológica en nuestro organismo que genera mecanismos adaptativos para nuestra supervivencia, y entre esos mecanismos puede aparecer la violencia.

 “La película Un día de furia (1993), con Michael Douglas, refleja bien esta situación. La trama nos presenta a una persona bajo los efectos de un calor agobiante y atrapada en medio del tráfico; llega al límite, sale del coche y comienza a actuar violentamente. Basándonos en este ejemplo, sí podemos esperar que algunas personas puedan reaccionar violentamente ante un cambio de temperatura. Pero quiero aclarar que el calor no nos vuelve violentos de manera inmediata”, asegura.

Qué hacer

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