Noviembre es un mes marcado por las festividades: desde el 31 de octubre al 2 de noviembre se homenajea a los difuntos. A mediados de mes se celebra el Día de la Revolución. Checa cuándo se trabaja.

El comienzo del otoño trae dos de las festividades más importantes para México: el Día de los Muertos y el Día de la Revolución Mexicana. La SEP y la Ley Federal del Trabajo establecen días no laborables en algunas ocasiones, y en otras no.
El 1 y 2 de noviembre no están contemplados de manera oficial para los trabajadores. Solo en algunos casos, las empresas otorgan un día de descanso para que se pueda honrar a los difuntos, aunque no es obligatorio por ley.,
Pero queda el descanso del Día de la Revolución Mexicana, que se celebra el tercer domingo de noviembre en recuerdo del 20 de noviembre de 1910. Este año cae el 18 y sí se contempla descanso obligatorio, salvo guardias mínimas para servicios esenciales.

Un día para cada difunto
El Día de Muertos, más que una celebración fúnebre, es una fiesta que honra la memoria de quienes ya no están, uniendo generaciones y culturas en un ritual de respeto y amor a los antepasados.
Aunque su celebración principal se lleva a cabo el 1 y 2 de noviembre, en muchas ciudades del país se anticipa con la colocación de altares y ofrendas desde finales de octubre.
Diversas tradiciones indígenas extienden las festividades desde la última semana de octubre hasta principios de noviembre. En regiones como Veracruz, por ejemplo, los días 29 y 30 de octubre se dedican a conmemorar a los fallecidos recientes, aquellos que tienen menos de un año de muertos.
La tradición dicta que el 28 de octubre llegan al mundo terrenal las ánimas de aquellos que fallecieron de manera trágica, como víctimas de accidentes o violencia. Ese día se recibe a las almas que, según las creencias, no pudieron llegar a su destino. A partir de esa fecha, cada día se dedica a un grupo específico de difuntos:
- 28 de octubre: Se reciben las almas de los fallecidos por accidente o de manera violenta.
- 29 de octubre: Día dedicado a los ahogados.
- 30 de octubre: Se recuerda a las ánimas olvidadas o sin familiares, como huérfanos o criminales.
- 31 de octubre: Llegan las almas de personas o niños que no fueron bautizados, aquellos que murieron sin pecado original.
- 1 de noviembre: Día de Todos los Santos, en el que se honra a los niños fallecidos.
- 2 de noviembre: Día de los Fieles Difuntos, dedicado a los adultos fallecidos.

La Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural de México explica que esta celebración tiene raíces prehispánicas, ya que los mexicas honraban a sus muertos tras la temporada de cosecha, entre septiembre y noviembre. “Con la llegada de los conquistadores españoles, esta costumbre se fusionó con las creencias católicas, manteniendo su esencia con algunas modificaciones”.
Este mestizaje se refleja en los altares y ofrendas del Día de Muertos, donde no pueden faltar ciertos elementos indispensables:
- Veladoras y cirios: Simbolizan la luz que guía a las almas en su camino, brindándoles paz y esperanza.
- Incienso: Purifica el ambiente con su aroma.
- Agua: Calma la sed de los difuntos.
- Sal: Protege a los espíritus para que no se pierdan ni se corrompan durante su visita al mundo de los vivos.
- Flor de cempasúchil: Su color y fragancia ayudan a las almas a encontrar el altar.
- Pan de muerto: Representa el ciclo de la vida y la muerte.
- Fruta y alimentos: Se ofrecen los platillos y frutas preferidos de los difuntos.
- Calaveritas: Antes se usaban cráneos reales, pero hoy son figuras de azúcar, chocolate o amaranto.
- Papel picado: Simboliza el aire y aporta color al altar.
- Fotos: Las imágenes de los difuntos son el detalle más personal y emotivo de la ofrenda.