Chat GPT 4 consume 3 botellas de agua para generar 100 palabras. Desde OpenAI, Google y Microsoft afirman que trabajan constantemente para reducir el consumo

El inesperado impacto ambiental que producen las Inteligencias Artificiales produce tanto para procesar las respuestas como para entrenar a grandes modelos preocupa cada vez más. La Universidad de California hizo un estudio para The Washington Post en el que analiza la cantidad de agua y energía que se necesita para escribir un correo electrónico usando ChatGPT. 

Sucede que los modelos de lenguaje grande como GPT necesitan procesar una gran cantidad de datos en sus servidores de la nube, lo que se traduce en tener mucha potencia mediante sus miles de chips de inteligencia artificial que son almacenan en los centros de datos. Para que estos funcionen también se requiere un gran consumo eléctrico y se utilizan sistemas de agua para bajar su temperatura.

El agua transporta el calor generado en los centros de datos a torres de refrigeración para ayudarlo a escapar del edificio. La Universidad de California concluye que  el generar 100 palabras con GPT-4 se consume unos 1,408 litros de agua.

“Los chatbots utilizan una inmensa cantidad de energía para responder a las preguntas de los usuarios, y el simple hecho de mantener los servidores lo suficientemente fríos como para funcionar en los centros de datos supone un coste para el medio ambiente”, afirma el estudio.

Es decir, que una simple búsqueda que hagas en esta herramienta, alguien que “juegue” a probarla o un individuo que le pida un menú diario utiliza tanta agua que pone en jaque a un mundo amenazado por la sequía.

Otras fallas que “saltan” de las IA

Las respuestas vagas, las confusiones, la falta de creatividad y infracción de los derechos de autor se suman al problema del consumo de agua. Algunos de estos inconvenientes son:

Falta de precisión de los datos:  Pueden dar información falsa, incluso inventada. Tomar sus respuestas como verdades es un error grave que muchas veces las personas cometen. Esto es un problema, especialmente cuando se trata de consejos médicos, por ejemplo.

Falta de creatividad: muchos usuarios usan la IA como herramienta creativa, pero en verdad, como todo sistema tecnológico de este tipo, las respuestas que ofrece tienen un mismo estilo y tono. Los textos son similares entre sí y las imágenes, de una estética reconocible. La IA y otras herramientas (como las de diseño que ofrecen plantillas, por ejemplo) no están pensadas para nada más que responder dudas básicas.

Limitación a la investigación: al tener las respuestas (verídicas o no) al alcance de la mano, las personas podrían dejar de lado la curiosidad natural del ser humano. La inteligencia artificial está programada para simplificar análisis, conceptos y generar ahorros de tiempo. La minimización de esos elementos puede achicar la profundidad de los debates, y el impacto es aún más profundo en las personas que transitan un período educativo.

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